domingo, 11 de julio de 2010

VISITA EL MUSEO CULTURAR TAGOROR DE AGACHE (El Escobonal) GUIMAR - TENERIFE . DESCONOCEMOS QUE EXISTE, PERO AHÍ ESTÁ PARA VISITARLO .



La pieza principal del museo  es el esqueleto de un guanche aborigen de la Isla de Tenerife, en perfecta conservacion en una urna de cristal .
LOS ENTERRAMIENTOS EN LA  CUEVA DEL BARRANCO DE HERQUES


Muchos cronistas e historiadores nos hablan de esta famosa cueva que aún hoy en día buscan muchos investigadores y que sería como encontrar el “Santo Grial” para los arqueólogos canarios, aunque para muchos “viejos” del lugar, su descubrimiento significaría el expolio y saqueo de parte no solo de su historia, sino de la profanación de sus antepasados.
Al tiempo que se escriben estas noticias se acaba de descubrir un panteón excelente, cuyo apreciable monumento derrama mucha luz sobre esta parte de nuestra historia antigua. La cueva, aunque de una entrada sumamente difícil, es en lo interior alta, capaz y acompañada de algunos nichos abiertos en la peña. Está en un cerro muy escarpado del barranco de Herques, entre Arico y Güímar, en el país de Abona, y tan llena de momias, que no se contaron menos de mil...A la verdad, yo no había admirado tanto hasta entonces aquel artificio con que estos isleños inmortalizaban sus cuerpos... Las mortajas o forros en que estaban arrollados desde pies a cabeza son unos pellejos de cabra cosidos con primor. Algunos cuerpos tienen hasta cinco o seis, puestos unos encima de otros. Háyanse los varones con los brazos extendidos sobre ambos muslos y las hembras con las manos juntas hacia el vientre. Aun la misma colocación que tienen los saxos en este cementerio es objeto digno de atención, porque están en camas y filas, sobre unos como andamio o catrecillos de madera todavía incorrupta, cuyo espectáculo no tiene nada de honroso. (Viera y Clavijo, 1776 I: 178)
Uno de los primeros que tuvo acceso a una de las grandes necrópolis guanches fue el médico inglés Thomas Nichols en 1652. En Güímar observó en una cueva de 300 a 400 cadáveres, y los guanches que lo acompañaban dijeron que en la isla existían al menos veinte cuevas como aquella... (Rodríguez Maffiotte, 1995: 37)
Veamos la descripción que de esta cueva nos da este médico:
…los cuerpos están cosidos con pellejos de cabra, y con correas de la misma especie, y las costuras tan iguales y unidas, que no se puede sin admiración alabar su maravilloso arte. Cada cubierta está esta exactamente proporcionada según la estatura del cuerpo. Pero lo que causa más admiración es que todos los cuerpos están casi enteros. Se ve igualmente en los dos sexos los ojos (pero cerrados), los cabellos, la nariz, los dientes, los labios, la barba, y hasta sus partes naturales. El autor contó trescientos o cuatrocientos en diferentes cuevas, unos de pié otros echados sobre camas o tarimas de madera.
Un día que el autor había salido con su hurón a coger conejos, caza muy ejercitada en la isla de Tenerife, se perdió este animalejo en una madriguera sin que pudiesen reconocer sus huellas. Uno de los cazadores a quien pertenecía se empeñó en buscarlo entre las rocas y maleza: descubrió la entrada de una cueva de guanchas i entró; pero su temor se descubrió al instante por sus gritos redoblados. Había visto un cadáver de una grandeza extraordinaria, cuya cabeza reposaba en una piedra, los pies en otra y el cuerpo en una tarimilla de palo. El cazador se sosegó alguna cosa acordándose de lo que había oído decir, y de las ideas que tenía sobre las sepulturas de las guanchas, y cortó un buen pedazo de la piel que tenía el muerto sobre el pecho. El escritor de esta relación asegura que estaba más fina y suave que la de nuestros mejores guantes, y tan lejos de podrirse, que el cazador se sirvió de ella para varios usos por espacio de muchos años.
Estos cadáveres estaban tan ligeros como una paja: el autor que había visto algunos, cuya piel estaba ya descosida y destrozada, protexta que se distinguían perfectamente los nervios, tendones y aún los nervios y arterias que parecían otras tantas cuerdecillas. (Rumeu de Armas, 1999: 170)
...El barranco de Herques tiene su fama desde antiguo por localizarse en el mismo una cueva de enterramiento descubierta en el siglo XVII y que fue descrita por
Viera y Clavijo. Esta fama llega hasta nuestros días , incluso apareciendo señalizada en diversos mapas de la isla de Tenerife....ninguno de ellos nos expresa con exactitud la situación de la famosa cueva...la gente no sabe, no contesta y es que hoy la histórica gruta guanchinesca no existe, no se conoce, es un secreto guardado en el risco.
En el Escobonal se ignora lo que ocurrió con este yacimiento (el de 1770) y su localización exacta, aunque por la descripción de Viera, puede ser la conocida cueva de Las Calzadas en dicho barranco...Y nos preguntamos, ¿cómo es posible que la memoria colectiva de un pueblo, en poco más de dos siglos, haya olvidado tan espectacular descubrimiento?... (Rodríguez Delgado, 1994: 132-134)
Los cuerpos están cosidos con pellejos de cabra, y con correas de la misma especie, y las costuras tan iguales y unidas, que no se puede sin admiración alabar su maravilloso arte. Cada cubierta está exactamente proporcionada según la estatura del cuerpo. Pero, lo que causa más admiración, es que todos los cuerpos están casi esteros. Se ve igualmente en los de los dos sexos, los ojos (pero cerrados) los cabellos, la nariz, los dientes, los labios, la barba, y hasta sus partes naturales...Los Guanches cuentan que tenían más de veinte cuevas de sus reyes y grandes hombres, incógnitas aún entre ellos, excepto algunos viejos que eran los depositarios de un tan respetable secreto, y que no deberían jamás revelar... En Tenerife, muchas veces era colocado sobre una especie de andas o de pié y adosados a la pared, tal y como describen las fuentes etnohistóricas el panteón de los Menceyes, uno de los cuales fue descubierto en el siglo XVIII y perpetuado en un grabado. (William, 2000)
J. Álvarez Rixo (Puerto de la Cruz 1796-1883) en un cuaderno redactado por él entre 1845 y 1879 recoge información sobre un hallazgo en la comarca de Agache bajo el epígrafe “Otro hallazgo muy notable. El Escobonal (Tenerife)”.
El periódico titulado “Las Noticias” del seis de Agosto de 1876 que se publica en Santa Cruz de Tenerife, hallamos que en aquellos días se había descubierto en el pueblo de El Escobonal, jurisdicción de Güímar, una gran cueva de guanches, la cual yacía oculta bajo un terreno de la pertenencia de un tal Yánez, cuyo labrador al estarla sorribando se le escoletó la barra por dentro de una grieta, no quería perderla y al ahondar para sacarla, descubrió con admiración una caverna de cosa de cien metros de largo y diez de ancho, y en su medio una fuente de buena agua potable, que por razón de aquel lugar carecer de este indispensable elemento, fue muy interesante hallazgo. Había además, dos momias, y restos de otras, un molino, un zurrón con gofio de cebada que dicen estaba capaz de comerse, algunos haces o brazadas de leña de brezo y de retama. Tal vez algún curioso visitante había escrito más circunstanciada descripción. Sea como fuere, podemos numerar este como el décimo o duodécimo descubrimiento de restos de los guanches de Tenerife durante los setenta y seis años del corriente siglo XIX, y no dudamos que todavía ocurrirán más. (Cruz Jiménez-Tejera Gaspar, 1996)
(Texto extraido de la web http://www.palimpalem.com

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