La Alameda del Duque de Santa Elena llevaba un siglo allí cuando el almirante Horacio Nelson asaltó la Ciudad tratando de incorporarla a la soberanía británica, en 1797.
Construida gracias a la iniciativa del marqués de Branciforte, comandante general de la Isla, bajo el nombre de Alameda Marítima, fue "costeada por la generosidad de las personas distinguidas de este barrio, movidas de buen gusto y deseos de reunir su sociedad en tan propio recreo", según rezaba una placa conmemorativa que allí se exhibía, tal y como recoge un libro dedicado a la historia de la Capital, editado por el Organismo Autónomo de Cultura del Ayuntamiento.
Por tanto, los jardines de este espacio fueron punto de reunión de la sociedad santacrucera y lugar de cita y esparcimiento durante muchos años.
En aquellos años constaba de tres paseos interiores rodeados de los 81 árboles que llegaron a contar los cronistas de esa época. Aún se conserva la fuente de mármol que se trajo a Santa Cruz desde Génova, aunque han desaparecido las tres puertas con verjas de hierro fundido que delimitaban los contornos del paseo.
Durante muchos años fue también un punto de importancia musical, gracias a los conciertos que ofrecía la orquesta de la Sociedad Santa Cecilia, bajo la dirección de Matías Guigou, según se explica en la misma obra. La famosa artista Esmeralda Cervantes también brindó al pequeño paseo su arte.
Su nombre oficial fue perdiendo peso entre los vecinos de la Capital, que pasaron a denominar a la alameda Los Paragüitas, cuando allí se instalaron paraguas para evitar que el sol molestara a los ciudadanos que acudían a pasear.
Fuente: El Dia
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